Soy hermano De La Espuma, De Las Garzas y De Las Rosas

SOY HERMANO DE LA ESPUMA, DE LAS GARZAS Y DE LAS ROSAS
(...y hasta del Sol, pero jamás de un extranjero)


Por: José Manuel González S.


¿Quién no ha sufrido del delirio de persecución generado por el monstruo debajo de la cama? Ese que espera que apagues la luz para asomar su siniestra mano entre las sábanas y ahorcarte hasta morir. ¿A quién no le dijo un ensotanado, que moriría de la forma más espantosa y ardiente si se atrevía a comer, amar, desear, descansar, instruirse o cuestionar en demasía? ¿Quién no ha querido alguna vez apagarlo todo y poder respirar? ¿Dónde estará ese botón? ¿Quién no tiene un fantasma merodeando su vida, su casa? ¿Por qué el motor que impulsa el aparato del cambio tiene que nutrirse de litros de miedo, de fantasmas terribles? Lo cierto es que con los niños pequeños esto siempre tiene buenos resultados: ¡inmediatos! Pero con el correr del tiempo esos resultados se convierten en traumas. Luego tendremos adultos inseguros, faltos de afecto, ensimismados, desprovistos de toda disposición al cambio. Si no me creen pregúntenle a cualquier gringo que haya vivido con los fantasmas rojos (the “reds”) durante las décadas posteriores al nacimiento del FMI.

Mi preocupación ya no tendrá fundamento alguno porque muy pronto esta “Tierra de Gracia”, la “pequeña Venecia”, contará como inquilinos sólo a los verdaderos venezolanos bolivarianos, libres y soberanos. Se irán todos esos musiús que tienen el tupé de abrir las panaderías hasta los domingos. Imagínense, desde las 5:00 a.m., en lugar de irse a la costa, o descansar todo el día, como lo haría cualquier paisano auténtico de la compositora del “Cuarteto de Cuerda en Si Menor”.
Ya no tendré que ver más a esos que llaman “signori” y andan por ahí olorosos a sangre de res y a sudor... pareciera que trabajan 18 horas al día, ¿cómo se les ocurre?, se van a morir antes de tiempo si siguen con esa rutina; ni tendré que ver más a los barbudos esos que eran unos marchantes y ahora resulta que son unos magnates de la industria textil. Me imagino que todas esas telas las fabrican ellos mismos con todos los gusanos de seda de los criaderos que hay en los Andes de esta patria soberana y el algodón que crece salvaje en las laderas de los valles de aragua.

Qué bueno que ya no veré más nunca a ninguno de esos de ojos muy cerrados que han venido a este país para apoderarse de todos los puestos de trabajo en los supermercados, y encima venden todo hasta más barato...¡qué falta de conciencia y de glamour bolivariano! Además, deben tener algún problema ideológico porque no respetan nuestras fiestas patrias: a la hora que uno pase por sus negocios siempre están abiertos... domingos, feriados, con sol, con lluvia!!! Pero lo mejor de todo esto es que por fin podré limpiar y cocinar yo sólo en mi casa, cuando llegue de mi trabajo después de las 10:00 de la noche...se imaginan... que rico, todos en casa peleándonos por limpiar y cocinar hasta las 2:00 ó 3:00 de la madrugada después de un día de trabajo; porque espero que también salga expulsado de mi patria soberana todo ese grupo femenino que tiene la osadía de salir de sus casas desde las 6:00 a.m., todos los días, para ir a imponer sus criterios culinarios, de salubridad y de estética en las casas bolivarianas. Tan lindo y seguro que es hacer turismo terrestre en la patria de José Miguel Pey, otrora tierra de los Chibchas, ¡yo no sé qué hacen aquí esas personas!

Jamás pensé que sería tan maravilloso el ser parte de este proceso revolucionario-pacífico-bolivariano-patriótico-venezolano. Me imagino lo gloriosa que será la vida sobre la misma tierra de Rómulo Gallegos cuando nos hayamos deshecho de toda esa mala influencia cultural extranjera. Y pensar que eran nada más tres barquitos los que llegaron a la costa de Paria ese 3 de agosto de 1498: “Castilla, Correo y Vachina” Yo no sé cómo se multiplicaron tan rápido, ni cómo hay gente que puede comer esas cosas impronunciables que no son típicas de la mesa criolla bolivariana y soberana. Dígame eso, “pies”, “Croissants”, “Omelettes”, “hot dogs”, “pizzas”, “strudels”, sushi”, ”cocíos”, “burgers”, “crepes”, “shawarmas”, “falafel”, “kibbe”, “paellas”, “Gnoquis”, “Tortellini”... Dios me libre de probar una barbaridad de esas en mi vida; y encima no toman chicha sino vino: ¿cómo pueden?. ¡Qué mal gusto! Seguro que los secuaces de Rómulo Betancourt tienen mucho que ver con este cambio en nuestro paladar.

Pero bueno, dejemos de quejarnos y saltemos de alegría ya que gracias a la inmensurable bondad y sabiduría de los adoradores de nuestro primer mandatario todo eso acabará pronto. No más especias ni sabores raros, sólo casabe, casabe y más casabe (con guarapo, por supuesto). Esto me recuerda a una islita en el Caribe, cerca de Miami, donde tienen cuarenta años comiendo papa y arroz. Deben estar muy felices.

Les cuento que, personalmente, estoy esperando unos cambios que me interesan aun más. Sueño con el día en el que me levante a trabajar de voluntario en las “escuelas del campo” y escuche mi cadena radial y televisiva: “aló, presidente”, coplas y versos cantados por Hugo, de lunes a viernes, digamos que de 6:00 a 11:00am; para luego almorzar con “aló, Miquilena”, un desafío culinario bolivariano a la luz de la información más veraz y precisa del acontecer nacional, de 11:00 a 1:00pm. Descansar un ratico e irme a mi otro trabajo escuchando “aló, Pucci”, reflexiones para la juventud bolivariana del tercer milenio, de 1:00 a 3:00pm; llegar al trabajo y encender de nuevo mi radio para escuchar la siguiente cadena “aló, Marisabel”, de 3:00 a 6:00, show vespertino de variedades y concursos premiados con paticos para los ganadores (horario infantil por excelencia). Será como estar en el paraíso de la comunicación, ¿se lo imaginan? ¡Qué sabroso_ Luego irme a la cama con extractos del “aló, presidente marathon-weekend”, hasta la media noche; y por si fuera poco, en esas noches de insomnio, poder sintonizar las madrugadas en familia con los “alo, José Vicente, —father & son—, lectura dirigida y comentada del epistolario apócrifo de Richard Bach”.

Debo confesar que también espero que la reforma no se quede estancada ahí. Una vez que recuperemos todos los puestos de trabajo que injustamente nos fueron arrebatados por los “visitantes de las tres calaberas”, debemos proscribir el movimiento ese que se hace llamar como uno de los discos de Metallica: “Justice for all”, para así emprender la lucha contra todo aquel que se compruebe haya militado o tenido conexión alguna (hasta tres generaciones) en la suprema guanábana. Hay que fusilarlos a todos. Después, anularemos a todos aquellos que sepan hablar idiomas extranjeros, pues esta es una práctica contrarrevolucionaria.

Una vez logrado este cometido, arremeteremos contra los estilos de vida alternativos: por culpa de ellos es que tenemos todos estos cerros abarrotados de niños sin padre. Si alcanzamos el exterminio de los hijos de Atenea se terminará el problema de sobrepoblación que hemos tenido en estos últimos 50 años...esos “entes alegres” no hacen más que procrear y procrear, y lo que es peor, ven, escuchan, se cultivan y leen material producido por unos tíos (sus homólogos en el tiempo) que nadie que sea neobolivariano jamás ha escuchado nombrar: Platón, Teócrito, Julio César, Alcibíades, Octavio, Alejandro Magno, Erasmo, Leonardo da Vinci, Miguel Angel, Shakespeare, Voltaire, Francis bacon, Marlowe, Hart Crane, Auden, Paul Verlaine, Marcel Proust, Oscar Wilde, Maugham, Cocteau, Walt Whitman, Rimbaud, Warhol, VanGogh, Gauguin, García Lorca y un gentío más. Menos mal que ahora tendremos un Poder Moral para fusilarlos a todos dentro de un marco legal. Todos los libros y obras de los antes mencionados serán quemados en grandes hogueras que se organizarán en todas y cada una de las plazas “Bolívar” que haya en las ciudades de esta patria libre, amenizadas por sendas fiestas criollas a cargo del “Nuevo Movimiento Moral-Cultural-Revolucionario-Popular-Soberano-Patriota y Bolivariano de Venezuela”.

Por fin, nos desharemos de todo aquel que haya asistido a alguna universidad: no podemos permitir que los traidores a la patria sigan entre nosotros. La República Bolivariana de Venezuela tiene que ser para los verdaderos Venezolanos, los auténticos. Sólo así viviremos felices...en churuatas, me imagino, porque son aquellos, y sólo aquellos, los que quedarán en este país. Espero que las fuerzas armadas los doten con radios y equipos de comunicación de largo alcance para que puedan disfrutar de sus “cadenas” y así les sean más placenteros sus días de gozo en esta hermosa tierra del Arauca vibrador.