DIEX, UNIDIEX, UNIDIEX POR DIEX
DIEX, UNIDIEX, UNIDEX POR DIEX
Por: José Manuel González S.
No imaginan la emoción que sentí hoy cuando encendí mi televisor y vi un espectáculo, por demás enternecedor, que me hizo explotar en un llanto de extrema alegría y excitación: una comunidad latinoamericana, de las que viven en la parte más austral del río Apure y la más septentrional del río Negro, a la cual se le había dado la oportunidad —“¡por fin!”— de ejercer su derecho ciudadano a tener una cédula laminada.
Escuchaba las declaraciones, en perfecto español, de uno de los nacidos bajo el mismo sol de María Teresa Carreño, quien explicaba las bondades del proceso de cedulación llevado a cabo por los efectivos militares del Plan Bolivariano 2000 (creo que así se llama), y me alegré mucho al saber que esa comunidad ya no va a tener más problemas con los policías de tráfico fluvial de chalanas, ni con los allanamientos de churuatas; ya podrán libremente acceder a la medicina gratuita que se otorgará en todos los hospitales del país tan sólo con la presentación de su cédula laminada; podrán montarse en los aviones militares que hacen viajes nacionales para que hagan turismo en esta tierra de Reverón y Juan Félix Sánchez, al más bajo costo; podrán inscribir con toda formalidad a sus hijos en las escuelas bolivarianas (esas que están dotadas con computadoras, comedores gratuitos y militares—reclutas— que intervienen libremente y corrigen a los docentes de historia mientras estos intentan dar sus clases); ya no tendrán más problemas con los servicios básicos, ya que podrán hacer llegar sus quejas por escrito y debidamente acompañadas de las fotocopias de sus cédulas laminadas, a las oficinas de las compañías de electricidad, agua y teléfono; en fin, ¡ya no habrá más situaciones engorrosas para ellos! Gracias, Hugo. Te amamos. Eso era lo que más necesitaban en esa comunidad, los verdaderos hermanos de Andrés Bello: Cédulas laminadas.
¡Por fin un presidente comienza una reforma de “fondo” y no de “forma”!. Cómo lamento no haber nacido en alguna de esas latitudes venezolanas. Por lo menos tendría una cédula laminada vigente ya que la mía se venció hace ocho (8) meses y aún no he logrado renovarla...no hay material (¿será que es importado? ¡Siempre los gringos!). Claro, yo vivo en una ciudad —al menos así la llama el gobernador— y aquí eso sí que no es tan importante...sobre todo si eres hombre!!!
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